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Literatura y poesía
Por:
La ciénaga

Decenas de pequeños ríos surcaban el Cerro de los Colibríes, y espejitos de agua del Cerro de las Tripas de Jaguar bañaban las praderas.

La Ciénega, Parte I

Al principio, el lago más alto de esas montañas era un espejo líquido que reflejaba el cielo. Sus aguas eran nutridas por los arroyos que descendían cantando desde el Cerro de los Árboles Barbudos. Venas de agua corrían apresuradas, saltando sobre las ramas. Decenas de pequeños ríos surcaban el Cerro de los Colibríes, y espejitos de agua del Cerro de las Tripas de Jaguar bañaban las praderas. Hilos de plata colmaban de alegría y riachuelos las montañas del Viento, que bajaban argüenderos.

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Cristina Arreola vuelve poesía la voz que lapidaron

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Las mujeres escribimos porque la historia nunca alcanzará para nombrarnos. Somos tantas que nos hemos escondido en los anónimos, iniciales o seudónimos, parece que hay una comodidad tácita en este olvido autoritario.

La poeta colimense, Cristina Arreola Márquez, nos devuelve la dignidad que ha sido arrebatada por los diarios que cuantifican la violencia en notas rojas, las más vendidas en el morbo de una sociedad diluida en “sino es en mi casa no me pesa, no me pasa”, pero muchas veces en la casa pasa todo y parece que no apesta.